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domingo, 3 de junio de 2012

Los incontables

Al despertar se desvanecen, cada noche se sientan a tu lado, contemplan como duermes, eso les satisface, hacen que el reloj corra mas rápido, razón por la cual mides mal el tiempo de sueño, nadie sabe qué les lleva a mantenerse a nuestro alrededor, ni qué consecuencias conlleva, de momento sé que existen, ellos, los incontables, y ya sé demasiado...

Ya Edgar Allan Poe sentó las bases del miedo, miedo a lo desconocido, al misterio, miedo a estar indefenso en la Tierra, en la propia casa que habitas... Esta situación te será familiar: apagar la luz del pasillo y correr pensando que algo te va a atrapar... piensas que has huído, esto es cierto, pero acarrea un doble sentido, mas bien el sexto sentido que alerta de la presencia inmaterial, te habrían atrapado de saberlo, conocer su secreto te hace tangible para ellos, por otra parte conocer su secreto te dará el poder al que se supeditan, pero siempre han sido libres, nadie ha osado a controlarles, al menos voluntariamente.

Solo en casa, la primera vez que estaba solo en casa, ya era mayorcito para estar encendiendo todas las luces para ir a la cocina, me armé de valentía y fui a beber agua, todo normal, una vez de vuelta sentía que había hecho frente a mis miedos imaginarios y los había vencido, en un instante noté ese calambre en la espalda que te pone alerta, supe lo que venía ahora, correr porque algo me iba a atrapar, llegaría sano y salvo y luego me reiría de mi estupidez, pues no, esta vez será diferente, me quedé quieto en señal de desafío, si quería ser un hombre tenía que comportarme como tal. Un profundo silencio cargaba el ambiente, pero no era un silencio natural, notaba que se acercaban y de la nada surgieron una o varias sombras que me rodeaban, cerré los ojos, imaginaciones mías, imaginaciones mías, imaginaciones mías...

No sé cuánto tiempo estuve en silencio con los ojos cerrados, tal vez diez o treinta segundos, diría que un minuto como máximo, con la mente en blanco sin saber en qué pensar, quise moverme para regresar pero no pude, estaba paralizado, contemplando aquel rostro enmascarado, que se alzaba, vestía una túnica blanca, como en las películas, una película muy real, se acercaba a un ritmo lento, no caminaba, era como si se deslizara, cinco, cuatro, tres, dos, un metro, y seguía acercándose, intenté no verlo cerrando los ojos, imposible, los párpados no reaccionaban, detrás de la máscara se escondían esos ojos negros cargados de ira, rabia, furia... Se la quitó y me lo mostró, su identidad, me era familiar, no entiendo, no comprendo, yo sigo vivo, no puede ser que tenga mi rostro, solo es un mal sueño, una pesadilla... Sacó el brazo de la túnica, un brazo muerto, una necrosis muy desarrollada, me señalaba con el dedo índice, no, no me señalaba, la acercaba hacia mi mano y me tocó.

Al tacto noté como una especie de escalofrío recorría mi cuerpo y perdí la consciencia, minutos mas tarde desperté por el dolor, quise pensar  que todo fue una pesadilla, pero mi mano me lo negaba, se estaba extendiendo la enfermedad, si es que era una enfermedad.  Apenas me quedan unos minutos hasta que se extienda por completo, después no sé qué pasará. Si alguien encuentra esta carta que siga este consejo, huye, corre lo más rápido que puedas si sientes su presencia, puede que sean imaginaciones tuyas, pero no te arriesgues, a mi me ha llegado la hora, casi no tengo pulso y se me ha ennegrecido el cuerpo hasta el cuello, solo es cuestión de segundos, su debilidad es su secreto, aquel que la conozca podrá acabar con ellos, no te rindas, aún hay Sol en las bardas, su debilidad es...

Otman Amesnaou Alouat para www.miproyectoyhobbie.blogspot.com.es

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