-En tres semanas me dan el alta y seré
libre, ¿tú cuanto tiempo llevas aquí? —Dijo el joven empezando
la conversación.
-Casi no puedo moverme y he perdido la
cuenta de los años que llevo aquí dentro, ¿acaso sirve de algo
contar el tiempo?— Dijo el anciano con un aire melancólico.
-Sirve para saber el tiempo que falta
para volver a casa con tu familia.
-¿Y cuando no tienes familia?
Se produjo un silencio incómodo de
unos diez minutos, la exuberante apatía por la vida del viejo era
fácilmente detectable, el joven miró por la ventana y se le ocurrió
cómo animar al anciano.
-Veo como los niños juegan en el
parque, ese chico de unos cinco años se divierte en el banco de
arena simplemente llenando el cubo para vaciarlo de nuevo, hay una
larga cola para montarse en los columpios, algunos se tiran por el
tobogán y rápidamente van a subirse de nuevo y otros en cambio
juegan a la pelota en la pista de fútbol, imágenes como
esta animan el día a aquel que lo vea, es una lástima que usted no
pueda acercarse a mirarlo.
El anciano imaginó la escena que le
describió y esto sirvió para hacerle sonreír, pues tanta soledad
le había ofuscado el ánimo. Cada día pedía al joven que le dijera qué
veía, éste se asomaba y empezaba a contarle. El viejo tenía ganas
de verlo con sus propios ojos, saber lo que siente el joven cuando se
asoma a la ventana.
Dos noches más tarde, a las once y
cuarto el compañero del viejo empezó a convulsionar, el mando con
el botón de emergencia se le había caído, la enfermera de guardia
estaba fumando fuera, tomándose su particular descanso de cinco
minutos, el joven miró al anciano, mirada que suplicaba ayuda, éste
cogió su mando, pero justo antes de pulsar el botón pensó en que si quería
la cama de la ventana esta era su oportunidad, cerró los ojos e intentó ensordecer los oídos. Para cuando llegaron las enfermeras a
reanimar al joven era demasiado tarde, la asfixia provocó su muerte.
A la mañana siguiente el viejo pidió
que le cambiaran a la otra cama para tener cerca la ventana, aún
estaba dolido por lo que pasó por la noche, pero la emoción pesaba
más que la culpa, se asomó y lo vio, un triste solar descampado.
Otman Amesnaou Alouat para www.miproyectoyhobbie.blogspot.com
Interesante la verdad, te hace reflexionar mucho en un aspecto personal, saludos, me gusto la verdad.
ResponderEliminarLa verdad es que da que pensar ante la dificultad que se suele tener de percibir lo que otros ven. Mucha suerte con tu blog de aquí en adelante. Saludos.
ResponderEliminarTerrible. Una història impactant. Et posa el cor en un ai.
ResponderEliminarTremendo final, me encanta!
ResponderEliminarOtman, últimamente estoy descubriendo cosas de ti que hasta el momento desconocia. Y claro, son todas buenas... Una de ellas tu escritura: natural, buena y emocionante. Tal y como me gusta, enhorabuena.
Nos leemos guapo :)